Donald Trump, durante su campaña electoral que lo llevó de vuelta a la Casa Blanca, prometió terminar con la inmigración irregular hacia Estados Unidos, asegurando que llevaría adelante la “mayor campaña de deportación de la historia” para frenar lo que describió como una “invasión” de extranjeros ilegales y criminales peligrosos, vinculándolos con la delincuencia a pesar de los estudios que contradicen esa relación.
Sin embargo, los primeros ocho meses de su mandato han mostrado que también apunta a la migración legal, argumentando que su objetivo es proteger a los trabajadores estadounidenses.
Existen denuncias de que extranjeros con documentación en regla han sido detenidos en redadas contra inmigrantes irregulares que se multiplican en todo el país. Además, el gobierno ha implementado decisiones políticas de alto impacto que limitan significativamente los caminos legales para quienes buscan migrar cumpliendo la ley.
Estados Unidos, que durante décadas fue visto como tierra de oportunidades y un imán para el talento mundial, está reduciendo bajo el mandato de Trump las vías de llegada y permanencia legal en el país.












