Científicos del CONICET desarrollaron un innovador método basado en isótopos estables para identificar el origen de organismos marinos y estudiar la dieta y migración de especies en el Mar Argentino. Este avance abre nuevas oportunidades para la investigación científica y la conservación.

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Un equipo de investigadores del CONICET creó una herramienta pionera que permite determinar el origen de organismos en el Mar Argentino a partir de la variabilidad de isótopos estables. La investigación, basada en muestras de sangre de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) recolectadas durante ocho años en distintas colonias a lo largo de la costa argentina, marca un hito en el estudio de la ecología marina y la trazabilidad de productos pesqueros.

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El estudio se centra en la creación de «isopaisajes», mapas que muestran la distribución espacial de los isótopos de carbono (13C) y nitrógeno (15N) en el mar. Estos isótopos, presentes en bajas concentraciones en el ambiente, son incorporados por los organismos a través de su alimentación, lo que permite a los científicos rastrear las áreas donde se alimentan. Según Javier Ciancio, uno de los autores principales y miembro del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET), esta información es importante para comprender la migración y la dieta de especies clave, como los pingüinos, y para diseñar estrategias de conservación.

Los resultados del estudio revelaron una clara variación en los valores de los isótopos a lo largo de un eje norte-sur, lo que coincide con patrones observados en otros océanos. Este enfoque no solo facilita el seguimiento de especies marinas en su etapa reproductiva, sino que también ofrece una herramienta poderosa para la conservación de áreas marinas protegidas, al identificar las zonas de alimentación más críticas, incluso durante las difíciles etapas de invernada.

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Además de su aplicación en estudios de ecología y conservación, los isopaisajes generados pueden ser utilizados para garantizar la trazabilidad de productos pesqueros y reconstruir las áreas de alimentación de organismos preservados en colecciones históricas o hallados en yacimientos arqueológicos. Esta versatilidad convierte a esta herramienta en un recurso valioso para diversas ramas de la ciencia.

El proyecto contó con la colaboración de especialistas como Juliana González, Pablo Yorio, Noela Sánchez Carnero y Esteban Frere, y fue apoyado por la Wildlife Conservation Society (WCS). Este desarrollo promete ser un punto de inflexión en la manera en que se estudian y protegen los ecosistemas marinos del Mar Argentino.